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La fotografía del sector, hasta el pasado mes de diciembre, era de crecimiento sostenido en el tiempo. De hecho, las ventas de estufas y calderas de biomasa en el sector residencial aumentaron el pasado año un 9,8%, mientras el volumen total de negocio de la industria subió un 17,3%, hasta los 356 millones de euros, según el Informe anual del Observatorio de la Biomasa de Avebiom.
Por otro lado, el crecimiento del sector de las energías renovables hace esperable más ventas de este tipo de productos a medio plazo.
Sobre este 2020, los fabricantes que nos han hecho llegar su opinión hablan de que pocas conclusiones se pueden extraer, aunque el año no está siendo bueno para ningún sector, tampoco para el de biomasa.
En toda Europa el auge de las calderas de biomasa está suponiendo año tras año un crecimiento exponencial del mercado gracias a la apuesta por combustibles renovables en contrapartida a los combustibles fósiles.
Esta ola todavía no ha llegado con la misma fuerza a España, pero ciertamente existe una apuesta cada vez mayor por las tecnologías limpias, por lo que el mercado de la biomasa debería seguir creciendo en los próximos años.
La biomasa es una apuesta medioambientalmente sostenible y de futuro, más en estos tiempos en los que el medio ambiente ocupa el centro del tablero.
La biomasa tiene muchas ventajas, entre las que destacan, por ejemplo, que permite eliminar residuos orgánicos e inorgánicos, al tiempo que les da una utilidad. Además, es una fuente de energía renovable, no contaminante y ayuda en la disminución de las emisiones de CO2. También favorece al desarrollo de los núcleos rurales al fijar población en ellos, genera industrias limpias en torno a esta energía y aprovecha todos los combustibles naturales que alimentan las calderas, ya sean pellets, leña, cáscara de almendra o huesos de aceituna.
Entre los aspectos normativos, debe destacarse que, desde el 1 enero de 2020, los requisitos de ecodiseño dispuestos en el Reglamento UE 2015/1189 son de obligado cumplimiento para las calderas de biomasa y de combustibles sólidos de origen fósil con potencia calorífica nominal igual o inferior a 500 kW.