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La actividad instaladora se encuentra en plena remontada. Los meses de marzo-abril y la previsión de mayo-junio apuntan al optimismo tras abandonar los momentos más duros de la crisis. La economía y la mejora de la situación sanitaria han provocado cierta alegría en el consumo, que tiene su traslación a todos los sectores. Ha llegado el calor, es temporada alta de climatización y de efectuar reformas en las viviendas, muchas de las cuales llevan meses paradas por la situación provocada por el Covid-19.
Lo cierto es que venimos del túnel más oscuro, de un lugar que jamás hubiésemos imaginado. Un escenario de ciencia ficción al que nos abocó la pandemia y que tiene un reflejo muy certero en el gráfico de la izquierda, que demuestra el desastre de los meses de marzo-abril del pasado año y la esperanza de estos mismos meses en 2021.
En aquel tiempo de incertidumbre apenas hubo trabajo. El confinamiento provocó que, salvo casos muy urgentes, la actividad se redujera al mínimo.
El cierre parcial de las empresas instaladoras, pero también de los almacenistas durante el momento más duro de la crisis sanitaria tuvo un reflejo claro en la caída de la actividad. Los distribuidores, por ejemplo, vieron reducida su facturación al menos en un 6% durante el último año. Los meses de marzo, abril y mayo, con un confinamiento absoluto desde mitad de marzo, llevó a un cierre del mercado como no se había conocido nunca.
El miedo, además, se instaló en muchos usuarios, que aplazaron muchas obras pendientes en sus viviendas ante el temor a abrir la puerta a instaladores o reformistas.