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Los últimos meses han servido para confirmar que la actividad instaladora vuelve a estar en los niveles previos a la pandemia. Se ha reactivado el trabajo pendiente que dejó el Covid-19, pero además la llegada de la primavera y los primeros compases del verano siempre suponen más actividad en reforma de viviendas y locales. Este año, además, se activó el turismo de un modo notable en zonas de costa, lo que también animó el sector con la apertura de nuevo de hoteles y apartamentos. Además, el verano fue caluroso, lo que animó las ventas en aire acondicionado.
La temporada de aire acondicionado se activó con ganas, pero las ventas se animaron sobre todo con la llegada de las altas temperaturas en julio. La subida de la luz fue un freno en algunas decisiones de compra, pero la ola de calor sirvió como factor dinamizador.
Lo cierto es que estos meses de mayo-junio y la previsión de julio-agosto han sido en general fuente de buenas noticias, más allá de la subida del recibo eléctrico y del alza de las materias primas. Había dinero disponible en el bolsillo de los españoles, motivado por tantos meses de pandemia que han favorecido el ahorro, y parte de ese dinero se ha destinado a la reforma de viviendas, donde el confort energético se ha convertido ahora en una prioridad.
La llegada del buen tiempo provocó que muchas obras pendientes se activaran, también mejoró la economía y las cifras del paro, por lo que el turismo nacional llenó las playas, lo que fue una excelente noticia para hostelería y hoteles, que en los meses de cierre aprovecharon en muchos casos para acometer renovaciones de locales y edificios.
La vacunación, la esperanza en un futuro mejor y la mejoría de la economía se tradujo en mucho más trabajo para la construcción en general, también para el sector de la instalación, que ha visto como la media de actividad se ha disparado hasta un 6,2 para ambos índices: los meses de mayo-junio y la previsión de julio-agosto.