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La manta ignífuga es muy fácil de usar y eficaz contra el fuego. Este producto se ha incorporado a la legislación española recientemente. En la última revisión del Reglamento de instalaciones de protección contra incendios, RIPCI, que entrará en vigor el próximo 13 de diciembre, se contemplan y definen las mantas ignífugas, que “son láminas de material flexible destinadas a extinguir por sofocación pequeños fuegos”.
Las mantas ignífugas tienen que cumplir con la norma UNE-EN 1869:1997. Esta norma europea consta de tres apartados que definen y marcan los requisitos que deben cumplir para garantizar la seguridad de uso del producto.
En cuanto a fabricación, se establecen los detalles de confección que garanticen la operatividad y manipulación del producto (tiradores, peso, flexibilidad y consistencia de la manta, así como su resistencia eléctrica para garantizar la seguridad de uso en fuegos cercanos a fuentes de electricidad).
Además, señala que para garantizar su efectividad contra el fuego, debe pasar por un laboratorio de ensayo. Así, la manta debe ser capaz de soportar, sofocar y enfriar un fuego provocado por tres litros de aceite comestible caliente.
Las mantas ignífugas deberán mantenerse adecuadamente envasadas hasta su uso, con el fin de protegerlas de condiciones ambientales adversas.
En el envase o en el folleto que acompaña al producto, se indicarán las instrucciones de mantenimiento previstas por el fabricante. Además, deberá indicarse la caducidad, que no debe exceder los 20 años.
Las mantas ignífugas deben estar en lugares visibles y accesibles, y próximas a los puntos donde se estime mayor probabilidad de uso.