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¿Sabías que el gasto en calefacción para calentar un piso tipo de 90 metros cuadrados oscila entre los 1.800 y los 2.500 euros al año? ¿Y que tras una rehabilitación de las principales zonas comunes esta cantidad podría reducirse hasta los 1.000 euros? Según datos de Rehare (Agencia para la Rehabilitación de Edificios) recogidos por Danosa, acometer una rehabilitación en las principales zonas comunes de un edificio como cubiertas y fachadas podría abaratar la factura energética en hasta 125 euros al mes o, lo que es lo mismo, hasta en 1.500 euros al año. Una cifra que indica que la inversión de la rehabilitación puede amortizarse en apenas 5 años.
Y es que si el 90% de nuestro tiempo lo pasamos en el interior de los edificios es fundamental que estén en unas condiciones de habitabilidad adecuadas para garantizar nuestro bienestar, salud y calidad de vida, sin que pese demasiado en nuestro bolsillo y sabiendo que solo realizando las rehabilitaciones pertinentes, nuestros inmuebles pueden revalorizarse hasta en un 25%.
Precisamente, las zonas comunes ocupan entre un 10% y un 15% del espacio de un edificio y son, además, por ser las más expuestas al frío, al calor, a las lluvias o al sol la principal vía de escape de los inmuebles, ya que por ellas puede perderse hasta un 70% de la energía. Para evitar derroches ingentes de consumo y para mantener el interior de los edificios en unas condiciones óptimas de temperatura será necesario renovar su aislamiento e impermeabilización, antes de que problemas como humedades y goteras puedan, además de afectar a su estética, dañar su estructura y necesitar una rehabilitación más compleja y costosa.
Rehabilitación para ganar en confort
Hasta ahora, los ciudadanos se habían acostumbrado a convivir con frío, humedades o ruido en sus hogares, dejando de lado esa sensación de confort que ni se ve ni se escucha, pero se siente. Y si cada vez le dan más importancia al hecho de tener calidad de vida en casa, para ello la rehabilitación constituye una herramienta fundamental.
Y es que aparte de cuidar la estética y el consumo energético de los edificios para hacerlos más eficientes, es también muy importante velar por la estanquidad al agua de otros espacios como fosos de ascensores, piscinas, aparcamientos o sótanos.
Sin olvidarnos de preservar además el confort acústico en el interior de nuestros hogares para impedir que ruidos como los del tráfico, las voces del vecino de al lado o el arrastre de muebles en el piso superior puedan perturbar nuestra tranquilidad. En este caso, para cada uno de ellos existe una solución de aislamiento acústico que puede reducir hasta en un 70% esos sonidos molestos.