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El 100% de las viviendas en las que se duerme con la puerta cerrada superan los límites de C02 recomendados.
La calidad del aire interior se ha convertido en un asunto de gran preocupación, especialmente en aquellos espacios donde pasamos la mayor parte del tiempo, como son los dormitorios. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire interior puede ser hasta cinco veces mayor que la exterior.
Al igual que el aire exterior, que suele estar expuesto a los agentes contaminantes, el aire interior puede albergar una variedad de sustancias nocivas que, si no se controlan adecuadamente, pueden tener graves consecuencias para la salud como problemas respiratorios, dolores de cabeza, fatiga y dificultad para concentrarse. Además, los contaminantes y alérgenos presentes en el aire y una exposición prolongada a ellos pueden desencadenar o empeorar síntomas alérgicos, aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, debilitar el sistema inmunológico y afectar la calidad del sueño, dando lugar a un descanso inadecuado, sobre todo en verano.
En muchos hogares españoles, los niveles de CO₂ superan ampliamente los límites recomendados por el Código Técnico de la Edificación (CTE), que establece un límite medio anual de 900 ppm. Las mayores concentraciones de dióxido de carbono se dan especialmente en los dormitorios, donde el 70% de las viviendas sobrepasan los niveles aceptables. En algunas viviendas, estos niveles pueden incluso alcanzar concentraciones superiores a 2.500 ppm, según mostraron los resultados del estudio sobre la calidad del aire interior en viviendas realizado por el Consejo General de Arquitectura Técnica de España (CGATE).
De media, los valores de concentración de CO₂ durante la noche son un 43% mayores que los datos de medición diurna, revelando un problema significativo de calidad del aire en nuestros hogares. El 84% de las viviendas superan el límite normativo de 900 ppm de CO₂ durante la noche, y un 10% registran medias nocturnas superiores a 2.500 ppm. Lo más preocupante es que el 100% de las viviendas donde se duerme con la puerta cerrada sobrepasan estos niveles establecidos. Alfredo Sanz, presidente del CGATE, advierte que “dormir con la puerta cerrada puede multiplicar la concentración de CO₂ en una habitación, afectando gravemente nuestra respiración y descanso”.
Estas cifras subrayan la necesidad urgente de adoptar estrategias efectivas de ventilación, especialmente durante la noche, para garantizar un sueño reparador y prevenir problemas de salud asociados con los altos niveles de CO₂. “Implementar prácticas como ventilar adecuadamente el dormitorio antes de acostarse, utilizar sistemas de ventilación de calidad y mantenerlos en buen estado, y dormir con la puerta abierta puede tener un impacto significativo en la calidad del sueño y en nuestra salud general”, concluye Sanz.
Mejorar la ventilación de las viviendas no solo reduce las concentraciones de CO₂, sino que también favorece un entorno más saludable.